50 años después de la muerte de Franco, seguimos luchando por lograr cambios políticos y sociales que entonces no se dieron: el reconocimiento nacional de Euskal Herria y el derecho a decidir; el Marco Vasco de Relaciones Laborales y Protección Social; y la transición hacia un modelo socioeconómico feminista y ecosocialista.

La muerte de Franco fue recibida con esperanza por la clase trabajadora vasca. Tras 40 años de dictadura que aplastó Euskal Herria como nación y como clase, las y los trabajadores vascos reivindicaban condiciones de trabajo y de vida dignas, libertades sindicales y una democratización plena.

Sin embargo, la élite franquista puso en marcha una “transición” para mantener la riqueza y el poder acumulados durante la dictadura. Así, a pesar de la legalización de los sindicatos, la transición renunció al derecho de autodeterminación de Euskal Herria y garantizó la supremacía de la oligarquía. Se convirtió en jefe de Estado Juan Carlos I, nombrado por Franco, cargo que pasaría posteriormente a su hijo Felipe II.

La mayoría de los sindicatos, con matices, se adaptaron al terreno de juego marcado por la transición. LAB, recien creado, no optó por ese camino; optó por un sindicalismo sociopolítico, de contrapoder e independentista.

Afortunadamente, los años de trabajo y lucha han dado sus frutos. La mayoría del sindicalismo vasco reivindica hoy cambios políticos y sociales que entonces no se dieron: el reconocimiento nacional de Euskal Herria y el derecho a decidir; el Marco Vasco de Relaciones Laborales y Protección Social; y la transición hacia un modelo socioeconómico feminista y ecosocialista.

Esas son nuestras reivindicaciones 50 años después de la muerte de Franco. Y en adelante, como hasta ahora, será la lucha el camino para conseguir dichos cambios. ¡Queremos cambiarlo todo, vamos a cambiarlo todo!